diario de una terapeuta

Anoche, antes de irme a dormir leí un mensaje de mi profesor: “ vaya viaje te has pegado en EMPO. Verás que con los años cada vez más te acordarás del recorrido juntos”

Dejé el teléfono en la mesilla y cerré los ojos lista para dormir, pero al cerrar los ojos vi pasar todos los fines de semana, todos los momentos, todos los abrazos, y todas las clases en estos 4 años en la escuela, fue una sensación de despedida, de decir adiós a una etapa muy importante que va tocando a su fin.

Tomé conciencia del proceso vivido y, con los ojos cerrados y a oscuras, comenzó a subir por mi garganta la fuerza del llanto, del lloro, las lagrimas que me anunciaban que no sabía nada, que había aprendido muchísimo, había sanado mucho de mi historia, pero que NO SABIA NADA. Nada de quien soy en mis profundidades, nada de por qué soy asi, nada de como entenderme, y aun así se mucho más de mi que hace cuatro años.

En mi mente resonaba la pregunta “ es suficiente una vida para conocernos a nosotras mismas? si aún no puedo ver el fondo de mis aguas”…. y lloré, lloré por esa especie de tristeza, de sentir que todo es tan pequeño y a la vez tan grande, que hay tanto que aprender y descubrir de lo que somos…

Lloré hasta que mi cuerpo sintió que era suficiente.

Me dormí con el compromiso de seguir descubriéndome cada día en cada momento.

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